¿Alguna vez has dicho o escuchado a alguien decir lo barato sale caro?
Yo creo que todos lo hemos escuchado en algún punto, por que en realidad esto se refiere al valor de lo que estamos comprando.
Cuando compramos algo “barato”, automáticamente sabemos de manera implícita que ese producto o servicio no va a ser lo suficientemente bueno y eventualmente vamos a tener que cambiarlo o comprar otro para reemplazarlo.
Si analizamos un poquito más este dicho, lo que estamos diciendo es como si fuera un acuerdo común que todos sabemos que debemos pagar más por lo que vale más, o tiene mejor calidad, o es un mejor producto, y menos por lo que no es tan buen producto.
Y entonces la pregunta es ¿por qué como empresario o decisor de precios quiero cobrar barato?
Y ese dilema sucede, porque como compradores nosotros tenemos la decisión de cuál es el precio que es lo suficientemente bajo pero que no me haga dudar de la calidad del producto, sin embargo, de lado de la empresa realmente no nos damos la tarea de entender a esos consumidores y creemos que tenemos que tener el precio más bajo para ganarle el mercado a mis competidores. Pero no nos damos cuenta de cómo esto puede afectar en la percepción que tiene nuestro cliente de nuestro producto y esto puede ser contraproducente, en vez de vender más puede ser que el cliente dude tanto de la calidad del producto que prefiera comprar otro.
El precio que determinemos puede convertirse en el factor más importante del éxito de nuestro negocio, no lo hagamos tan a la ligera.
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